Mantente con éxito II
Para alcanzar y mantener las bendiciones, trabaja de buena gana, con excelencia y humildad.
La vida es como una rueda que no puede girar sin balance en cada área: la familia, el trabajo, la salud, el conocimiento y el amor a Dios. El Señor quiere bendecirnos y darnos éxito en todo, aunque lograrlo no es fácil.
Hay que saber manejar el éxito y los triunfos. No seas como esas personas que logran grandes cosas y luego se olvidan del Señor que les dio la gracia y los dones para alcanzar lo que tienen. Ten cuidado y no pierdas el camino por haber recibido bendición. Tu corazón debe mantenerse fiel y limpio, sin orgullo o soberbia porque lo que has logrado es obra de tu esfuerzo y del amor de Dios. Nunca te olvides del Señor(Deuteronomio 8:11-18).
En Colosenses 3: 22 encontramos otro consejo para mantener el éxito: hacer todo de buena gana, de corazón y con sinceridad. Encontrémosle el gusto a lo que hacemos porque el Señor nos ha puesto en ese lugar por alguna razón. La actitud correcta favorece la promoción que Dios desea otorgarnos.
Además, hay que trabajar con excelencia y humildad, como lo hizo Jesús que nunca obró un milagro a medias. No importa a qué te dediques, esfuérzate por hacer todo bien. Una secretaria debe redactar la mejor carta, un carpintero debe hacer los mejores muebles, un estudiante debe esforzarse por sacar las mejores notas.
En las bodas de Caná, Jesús hizo un vino de mucha calidad (Juan 2: 10-11) pero no lo entregó con arrogancia, por el contrario, lo envió al responsable de la fiesta para que lo probara y autorizara que se sirviera a los invitados. Él nos enseña sobre la excelencia y al humildad de reconocer la autoridad.
La humildad es otra condición necesaria para alcanzar el éxito y mantenerlo porque ningún soberbio es enaltecido por el Señor que da gracia solamente a los humildes (Santiago 4:6).
Sé humilde, apártate del mal y confía en el favor de Dios porque nada lograrás en tus fuerzas si no tienes Su gracia que es como un imán que abre puertas y otorga bendiciones. De nada sirve tener éxito si tienes un corazón orgulloso.
Finalmente, en Mateo 7:12 encontramos un resumen de la ley: trata a los demás como quieres que te traten. Hacer a otros lo que no quieres que te hagan es la fórmula segura para fracasar y sufrir. Haz el bien y bendice para recibir bendición porque siempre cosechamos lo que sembramos. Dale gracias al Señor por Su amor y dile que desde hoy, trabajarás de buena gana, con excelencia, sencillez y humildad de corazón para merecer el mismo trato amable y generoso que has dado a tu prójimo.
Hay que saber manejar el éxito y los triunfos. No seas como esas personas que logran grandes cosas y luego se olvidan del Señor que les dio la gracia y los dones para alcanzar lo que tienen. Ten cuidado y no pierdas el camino por haber recibido bendición. Tu corazón debe mantenerse fiel y limpio, sin orgullo o soberbia porque lo que has logrado es obra de tu esfuerzo y del amor de Dios. Nunca te olvides del Señor(Deuteronomio 8:11-18).
En Colosenses 3: 22 encontramos otro consejo para mantener el éxito: hacer todo de buena gana, de corazón y con sinceridad. Encontrémosle el gusto a lo que hacemos porque el Señor nos ha puesto en ese lugar por alguna razón. La actitud correcta favorece la promoción que Dios desea otorgarnos.
Además, hay que trabajar con excelencia y humildad, como lo hizo Jesús que nunca obró un milagro a medias. No importa a qué te dediques, esfuérzate por hacer todo bien. Una secretaria debe redactar la mejor carta, un carpintero debe hacer los mejores muebles, un estudiante debe esforzarse por sacar las mejores notas.
En las bodas de Caná, Jesús hizo un vino de mucha calidad (Juan 2: 10-11) pero no lo entregó con arrogancia, por el contrario, lo envió al responsable de la fiesta para que lo probara y autorizara que se sirviera a los invitados. Él nos enseña sobre la excelencia y al humildad de reconocer la autoridad.
La humildad es otra condición necesaria para alcanzar el éxito y mantenerlo porque ningún soberbio es enaltecido por el Señor que da gracia solamente a los humildes (Santiago 4:6).
Sé humilde, apártate del mal y confía en el favor de Dios porque nada lograrás en tus fuerzas si no tienes Su gracia que es como un imán que abre puertas y otorga bendiciones. De nada sirve tener éxito si tienes un corazón orgulloso.
Finalmente, en Mateo 7:12 encontramos un resumen de la ley: trata a los demás como quieres que te traten. Hacer a otros lo que no quieres que te hagan es la fórmula segura para fracasar y sufrir. Haz el bien y bendice para recibir bendición porque siempre cosechamos lo que sembramos. Dale gracias al Señor por Su amor y dile que desde hoy, trabajarás de buena gana, con excelencia, sencillez y humildad de corazón para merecer el mismo trato amable y generoso que has dado a tu prójimo.
Abrazos a todos,PAZ
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